Alineación con París: una oportunidad para fortalecer las economías con inversiones bajas en carbono y resilientes al clima

El pasado noviembre, delegaciones de 197 países se reunieron en Glasgow para la conferencia de las Naciones Unidas sobre cambio climático (COP26). Durante la cumbre, el BID anunció la intención de alinear todos sus préstamos y proyectos con el Acuerdo de París (AP) a partir del año 2023.

Para explicar qué significa esto, retomemos uno de los principales objetivos del AP: asegurar una trayectoria que conduzca a un desarrollo resiliente al clima y mantenga el alza promedio en la temperatura del planeta muy por debajo de 2°C respecto a los niveles registrados en la era preindustrial (por su parte, el Pacto alcanzado en la COP26 resuelve dirigir esfuerzos a limitar el aumento de temperatura a 1.5°C).

A partir de dichas metas, podemos definir la “Alineación con París” como el proceso mediante el cual las instituciones financieras –entre ellas los Bancos Multilaterales de Desarrollo (BDMs) como el BID– verificarán que sus inversiones son consistentes con trayectorias de desarrollo compatibles con los objetivos de temperatura y resiliencia climática del AP.

Dicho proceso de verificación se finca en dos pasos principales: i) definir la trayectoria a utilizar como referencia e ii) identificar cómo encajan las inversiones dentro de ella.  

Paso 1: Trayectorias consistentes con el acuerdo de París

El Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC por sus siglas en inglés) y la Agencia Internacional de Energía (IEA por sus siglas en inglés) han modelado la evolución que deberían tener las emisiones de CO2e durante el resto del siglo, y los principales hitos necesarios para que la temperatura a nivel mundial no aumente más de 1.5°C. Estas trayectorias son de alcance global pero subrayan la necesidad de que todos los países apunten hacia sendas de desarrollo con cero emisiones netas hacia el 2050.

Las acciones y fechas límite necesarias para la transición a cero emisiones son diversas según el país y el sector, pero pueden incluir objetivos como: la eliminación de plantas termoeléctricas a base de carbón antes del 2035, incentivar la electromovilidad a nivel de oferta y demanda para alcanzar la total renovación de vehículos a modelos cero emisiones antes de 2040, etc.

Gráfica 1. La trayectoria global a cero emisiones netas para 2050


Fuente: International Energy Agency Net Zero by 2050 Flagship Report May 2021

Para ser un ejercicio realista e implementable, esta proyección y priorización de inversiones requiere anclarse en la realidad de los países. Por ello, el BID colabora en la región para la elaboración de Estrategias Climáticas de Largo Plazo (LTS por sus siglas en inglés), las cuales replican el ejercicio de modelación del IPCC y la IEA, pero a nivel nacional y con la participación plural de todos los sectores de los países. Con base en ello, las LTSs identifican las medidas de mitigación y deadaptación necesarias para economías y sociedades descarbonizadas y adaptadas al cambio climático en el 2050.

Ejemplos de este trabajo son el Plan Nacional de Descarbonización de Costa Rica, la Estrategia climática de largo plazo de Chile, la Estrategia climática de largo plazo de Colombia E2050, y la asistencia brindada para la actualización de la Estrategia Nacional Contra el Cambio Climático del Perú para el 2050, todos ellos apoyados con el conocimientotécnico del BID.

Las LTSs nacionales son importantes porque permitirán generar un mayor entendimiento del ritmo al que es factible sustituir inversiones intensivas en GEI con alternativas de bajo carbono; y cómo se deben apoyar inversiones y capacidades resilientes para asegurar una exitosa adaptación a los cambios en el clima. Todo ello considerando las prioridades, responsabilidades diferenciadas, capacidades respectivas y condiciones de mercado de los países que permitirán una transición justa y fiscalmente sostenible en los países.

Paso 2: Alinear inversiones específicas con trayectorias hacia la neutralidad en carbono

Las LTSs y las Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (CDNs) son el punto de partida para identificar que los préstamos, garantías y asistencias técnicas estén alineados con el AP. Así lo establece el marco común para analizar la Alineación de París publicado con el resto de los BMDs durante la COP26. Es debido a esto que el BID está redoblando esfuerzos para desarrollar estos documentos y/o actualizarlos, sustentado en una serie de principios para el apoyo de LTS.

Asimismo, y particularmente en los casos donde no existen LTSs todavía, el proceso de los BMD para alinear sus flujos financieros con el AP conlleva revisar dos aspectos adicionales. En primer lugar, se propone analizar los proyectos para evitar los “bloqueos de carbono” (carbon lock-in), generados al invertir en activos/modelos de desarrollo que operan con una alta intensidad de carbono en contextos donde ya existen alternativas bajas en carbono técnica y económicamente viables (esto lo explicaremos a detalle en otro blog). En segundo lugar, se vuelve necesario identificar y manejar adecuadamente los “riesgos de transición” asociados al ajuste que habrá en la economía mundial para alcanzar las metas globales de temperatura y resiliencia en el AP.

Esto último incluye riesgos físicos bien cubiertos por la Metodología de evaluación del riesgo de desastres y cambio climático que forma parte del nuevo Marco de política ambiental y social del BID. Pero además conlleva riesgos por transformaciones políticas y económicas como: la colocación de ajustes fronterizos e impuestos al carbono sobre productos con altas emisiones en su ciclo de vida; la depreciación acelerada de tecnologías basadas en fósiles y los cambios de preferencias del consumidor. Todo ello debido a una mayor conciencia de los mercados y gobiernos en torno a los estándares que evitarán los impactos más graves del cambio climático.  

A partir del 2023, la consideración de estos elementos en los proyectos ayudará a nuestras contrapartes a robustecer el análisis financiero de sus inversiones y transversalizar la resiliencia al ritmo y escala necesarios para acoplarse al cambio climático.

Una oportunidad singular para la recuperación económica de la región

En suma, la Alineación con París se apoya en enfoques que el Grupo BID ha desarrollado como parte de su agenda climática, y es un proceso que fortalecerá todas las inversiones con herramientas para la toma de decisiones en contextos de riesgos climáticos y alta incertidumbre. Con ello podremos garantizar que estamos apoyando una recuperación económica verdaderamente sostenible y resiliente al clima en América Latina y el Caribe (ALC).

Este enfoque ya se ha materializado en el Programa de Crecimiento Sostenible y Resiliente en Colombia, cuyo énfasis en facilitar la transición climática ya ha logrado movilizar $600 millones de dólares, casi duplicando el financiamiento inicial del BID.

Estamos convencidos que ejemplos como éste comprueban el apalancamiento de recursos adicionales que la alineación con el AP detonará en la región; esto, combinado con el trabajo que ya hacen los especialistas del BID en sectores y países, se vuelve una fórmula ganadora para ayudar a los países a reducir las brechas de inversión y detonar un desarrollo que es competitivo debido a su sostenibilidad y resiliencia ante el clima.

Otras lecturas:

El Grupo BID y la acción ante el cambio climático: documento de posición en la COP26

Cómo llegar a cero emisiones netas: Lecciones de América Latina y el Caribe

Rutas de descarbonización profunda en América Latina: Desafíos y oportunidades

Foto: Adobe Stock

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