Más allá del COVID-19: evaluación de riesgos e impactos en la salud bajo el nuevo MPAS

El COVID-19 ha puesto de manifiesto la importancia de evaluar los riesgos e impactos de los proyectos de desarrollo sobre la salud. Todos los proyectos, de una forma u otra, ahora deben considerar los riesgos que plantea la pandemia. Ya sea, por ejemplo, por la necesidad de implementar protocolos en los campamentos de trabajadores para evitar la propagación a gran escala, o bien porque una fuerza laboral enferma puede generar retrasos importantes, considerar el factor de riesgo que representa el coronavirus se ha vuelto esencial.

Sin embargo, la detección de riesgos y la mitigación y el monitoreo de impactos en la salud no deben detenerse en el COVID-19, ni en prepararnos para la próxima pandemia. Tenemos la oportunidad de ampliar el alcance de nuestro enfoque y pensar en cómo nuestras intervenciones de desarrollo impactan la salud y potencialmente exacerban los riesgos existentes.

Evaluación de impacto en la salud bajo el nuevo MPAS

Con su nuevo Marco de Política Ambiental y Social (MPAS), el BID alineó sus estándares con las mejores prácticas de la industria. Esto incluye un enfoque renovado para identificar y mitigar los riesgos e impactos en la salud relacionados con los proyectos a través de su Norma de Desempeño Ambiental y Social 4 (NDAS 4) sobre salud y seguridad de la comunidad.

¿Qué implica esto? Para un proyecto de infraestructura, por ejemplo, podría implicar considerar si el proyecto conlleva agua estancada de cualquier tipo, lo cual puede atraer a los mosquitos que son vectores del dengue, la malaria, el zika o el chikungunya. También puede significar reflexionar sobre cómo la afluencia de trabajadores migrantes puede exponer a las comunidades locales a enfermedades contagiosas o de transmisión sexual.

De igual forma, la NDAS 4 nos invita a considerar los determinantes sociales de la salud. Por ejemplo, en un proceso de reasentamiento, la vulnerabilidad de las personas afectadas por el proyecto, incluidas características como la edad, el género, la discapacidad y el nivel socioeconómico, puede ponerlas en riesgo de sufrir resultados adversos para la salud en su nueva vivienda. ¿Tendrán un buen acceso a servicios de salud y a educación sanitaria? ¿La intervención exacerbará su predisposición a ciertas condiciones?

Gestión de pandemias y mucho más

Si bien la inclusión explícita de pandemias y epidemias en el MPAS coloca al BID a la vanguardia de la gestión de riesgos para la salud y refleja una comprensión práctica del mundo actual, la realidad es que la NDAS 4 se trata sobre mucho más que eso. Los riesgos para la salud de la comunidad también pueden derivarse de la disponibilidad de recursos de los que dependen las comunidades y de cómo un proyecto puede afectar esta disponibilidad. Los proyectos deben tratar de evitar impactos adversos en el suministro de servicios ecosistémicos; además de afectar la sostenibilidad ambiental, las intervenciones del proyecto también pueden reducir la disponibilidad de recursos vitales, como agua dulce, tierras, energía, alimentos y medicinas, entre otros. La NDAS 4 también requiere pensar en la presión que una mayor utilización de los servicios durante la vida operativa del proyecto puede crear sobre los sistemas de salud existentes y la infraestructura de saneamiento y gestión de desechos.

Otras fuentes de riesgos para la salud incluyen la posibilidad de que la comunidad esté expuesta a materiales y sustancias peligrosas que el proyecto pueda liberar. Estos pueden incluir explosivos, materiales tóxicos o inflamables, fertilizantes químicos, pesticidas, desechos hospitalarios y farmacéuticos, entre muchos otros.

Finalmente, esta exhaustiva norma de desempeño también comprende las enfermedades relacionadas con el agua (transmitidas por el agua, basadas en el agua y transmitidas por vectores), las enfermedades transmisibles, incluidas las de transmisión sexual, y la exposición a consideraciones de seguridad de la infraestructura y los equipos en sí.

El mosquito Aedes aegypti, conocido por ser vector de enfermedades como fiebre amarilla, zika, chikungunya y dengue, prefiere depositar sus huevos en zonas de aguas estancadas.

Un tema transversal

Evaluar y mitigar formalmente los riesgos e impactos en la salud relacionados con los proyectos es el enfoque de la NDAS 4, pero inevitablemente guarda relación con los requisitos de otras normas de desempeño. Por ejemplo, el cambio climático puede aumentar el riesgo de pandemias y epidemias al alterar los hábitats y las condiciones en las que pueden proliferar los patógenos y vectores de enfermedades zoonóticas. Un proyecto puede aumentar la vulnerabilidad de las comunidades a lluvias intensas y fenómenos meteorológicos extremos o su exposición a criaderos de mosquitos o fuentes de agua potable contaminada.

La evaluación de la salud también hace referencia a los requisitos de salud y seguridad ocupacional para los trabajadores, que están cubiertos por la NDAS 2; a evitar impactos en la salud humana debido a la contaminación, que está contemplado en la NDAS 3; y a abordar los riesgos de violencia sexual y de género en instancias de conflicto en la comunidad y afluencia de trabajadores externos, incluidos en la NDAS 9. De hecho, durante el proceso de identificación y evaluación, los riesgos para la salud pueden considerarse como parte de la evaluación de impacto ambiental y social, ser analizados holísticamente en el contexto donde se llevará a cabo el proyecto y presentados como un tema de discusión durante el proceso de relacionamiento con las partes interesadas, ya que los impactos percibidos por la comunidad son una fuente valiosa de información. En algunos casos, cuando los riesgos se consideren significativos, el proyecto podría merecer una evaluación independiente del impacto en la salud.

Cuando se identifiquen, los riesgos e impactos para la salud deben tratarse de acuerdo con la jerarquía de mitigación. Es decir, la prioridad debe ser evitar impactos a toda costa. Si no es posible evitarlos, entonces debemos trabajar para minimizarlos, restaurar (o mejorar) las condiciones de salud de la comunidad y, finalmente, compensar los impactos inevitables. Nuestro fortalecido enfoque en la evaluación de impacto sobre la salud nos ayudará a apoyar proyectos que sean más sostenibles, que generen beneficios netos positivos y que puedan responder a un contexto de salud global en constante evolución.



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